La salida al Pedraforca se efectuó a las seis de la mañana, durante el trayecto en coche fuimos avisados por teléfono para una parada técnica.
Cuando efectuamos la parada en una gasolinera notamos cierto nerviosismo, pues nos estábamos retrasando. Hasta ese momento la velocidad, era de un promedio de 90 km X hora, y para recupera el tiempo perdido, aceleré hasta los 110 kmXhora, con lo que conseguí despistar a la caravana de coches. Afortunadamente conseguimos llegar en el horario previsto.
Empezamos la excursión desde Gósol.
Antonio, por si no os acordáis, es el señor que parece papa Noel y que no para de hablar de mujeres, política….., se puso delante guiando la expedición y yo me puse detrás, dado que éramos los responsables.
La subida por el bosque me tocó ir con Quim, que no paró de quejarse hasta llegar a un descampado en el cual hubo la reunión de todos. Allí se tumbó y creo que no se levantó hasta que regresamos a comer.
La ascensión atravesando la tartera y la enforcadura se realizó sin novedades. A la grinpada del pollegó superior, subieron casi todos, menos los que estaban muy cansados.
Empezó a tronar y en lugar de desistir y regresar, subimos hasta arriba desafiando el peligro de que un rayo nos convirtiera en carbón.
Una vez arriba, foto de rigor y corriendo abajo casi sin tiempo de disfrutar del paisaje.
En la enforcadura, empezó a llover y todo el mundo se puso corriendo los chubasqueros y como una manada de caballos desbocados se precipitó cuesta abajo.
Yo como último de la expedición me quedé con Susi, que por un extraño motivo no conseguía mantener el equilibrio y resbaló varias veces. Por fin conseguimos reunirnos con el resto del grupo, que como había parado de llover estaban reunidos más abajo.
Comimos a las tres de la tarde con buen apetito, y en seguida nos pusimos en marcha hacia El pueblo de Gósol.
Llegamos en coche al hostal para tomar unos refrescos, pero se puso a granizar y como no paraba decidimos entrar, en mi caso tuve la mala fortuna de meter los pies en un charco por el cual no podía pasar, tuve que dar la vuelta por lo que quedé totalmente empapado.
No tuve más remedio que secarme la camiseta con el secador del lavabo, y quitarme la desagradable sensación de tener la ropa mojada.
Finalmente nos pusimos en marcha sin prisas dado que el Barça no jugaba la final four debido al desastroso partido que había hecho en semifinales.
Acabé la jornada tomando un cerveza con Antonio en la “churre”. Comentando lo bien que nos lo habíamos pasado y deseando empezar la siguiente excursión.
lluis.
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